AMDG
A la luz de la Segunda Alianza
Hacia la verdad por la Fe
(Citas reveladoras por sí solas)
Ann Mc Carthy Zavala
Xavier Zavala Cuadra
En Mateo, Marcos y Lucas
"Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar." (Lucas 10, 22)
Jesús es el único capaz de dar a conocer el misterio del Reino. "Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no." (Mateo 13, 11)
Jesús enseñaba con autoridad. "...la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad... (Mateo 7, 28-29)
Jesús proclamaba la Buena Nueva de Dios: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva." (Marcos 1, 15)
Jesús pide discernir. "No temáis a los que matan el cuerpo y después de eso no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna..." (Lucas 12, 4-5)
Pero aun sus discípulos tenían todavía la mente embotada. "...no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada" (Marcos 6, 52). "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mi, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!" (Mateo 16, 23). "...después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará. Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía" (Lucas 18, 33-34).
Sólo cuando se haya derramado la Sangre de la nueva alianza (Lucas 22, 20) alcanzarán la verdad. "...entonces abrió sus inteligencias para que comprendieran..." (Lucas 24, 45). "...ha derramado lo que vosotros veis y oís" (Hechos 2, 33). "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hechos 2, 36)
En Juan
"Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios". Pero captar esta enseñanza presupone una docilidad: "Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a Mí. Yo soy el pan de vida." (6, 45-51)
Jesús y ellos se conocen. "...conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí" (10, 14).
Jesús los lleva al Padre. "Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre." (14, 7)
Pero la capacidad de entendimiento de los discípulos no está todavía enteramente preparada para la Verdad de Jesús. "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mi?" (14, 9-10) "Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello." (16, 12). "Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre" (16, 25).
¿Cuál es esa "hora"? "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo" (8, 28). Entonces, "Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (8, 31-32).
"Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad completa" (16, 13)
Ya con el Espíritu en él, Juan tiene certeza: "...sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero" (1 Juan 5, 20)
Jesús mismo define la vida eterna, la que El da a todos los que el Padre le ha dado (17, 2): "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo" (17, 3)
En Pablo
Los hombres son capaces de conocer a Dios. "Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras". Pablo sabe que de hecho lo conocieron. Por eso añade: "...son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles" (Romanos 1, 20-23).
Ahora tenemos a Jesucristo, "al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino" (1 Corintios 1, 30)
"El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas... Pero nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Corintios, 2 14-16).
"Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor... y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos." (Filipenses 3, 8-11).
Con esta "renovación de la mente" se es capaz de "distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Romanos 12, 2)
"...hablamos de sabiduría... pero no de la sabiduría de este mundo... sino... de una sabiduría de Dios Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios." (1 Corintios 2, 6-10)
"...unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia." (Colosenses 2, 2-3)
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